El potencial del discípulo y la transmisión

La aventura salvaje del maestro y el discípulo

Desde pequeña mi juego preferido era enseñar. Agarraba mis tizas y escribía en el pizarrón pegado a mi placard tareas y explicaciones a mis alumnos imaginarios, a los que daba clases con un disfrute tal que no había otro juego que me gustara más. A veces incluso ponía sillas vacías en frente mío a modo de pupitres y, si me dejaban, mis hermanos se prestaban como actores en mi obra escuela; se sentaban en esas sillas, se ponían a ellos mismos otro nombre, y escuchaban (muy atentamente) mis clases de... de qué? (no recuerdo,  la verdad).

He dado clases desde que tenía aproximada 16 años: desde kung fu hasta meditación, Tantra, inglés, geometría y ciencias atravesando muchos tipos de materias, alumnos y oyentes, de todas las décadas y rubros. 

Hay un elemento en común para que cualquier tipo de enseñanza: el estudiante. El estudiante o discípulo tiene el POTENCIAL de algo en su interior, que tan sólo un verdadero Maestro puede llegar a despertar.  A través de cualquier materia, un alumno puede comprender los secretos mismos del Universo. Ya sea a través de las matemáticas, de la física, de la historia, del arte, de la cocina, de un deporte o de la meditación, en cada aspecto de la vida, hay un misterio factible de ser desmenuzado, purificado, alcanzado: un conocimiento ancestral que pertenece a la Divinidad. 

Cualquier conocimiento en el que uno profundice tiene el potencial rebelar la naturaleza de la que estamos hechos y a la cual estamos conectados. La curiosidad, la pasión por saber más, nos llevará del entendimiento a una compresión más allá de lo meramente humano o lo que sería lo mismo decir: de la mente al espíritu. 

Pocas personas en todo el mundo, comprenden lo que ser un MAESTRO significa. Y esto NO ES pretender que el alumno le obedezca sin cuestionarle y reproduciendo el material hasta memorizarlo como un robot... no, lejos está esto de captar la esencia de nada. ¡Ni siquiera genera inteligencia! (la capacidad de pensar reflexivamente y ser creativo por si sólo). Reproducir un conocimiento "prestado" tan sólo te vuelve una máquina, un procesador, una computadora. Tan sólo aprehendiendo el saber es que una verdad esencial se nos deja ver. 

Ser un maestro significa buscar la manera de hacer que el entendimiento y la comprensión FLOREZCAN en el alumno. Y éste es un proceso sumamente CREATIVO porque todas las personas somos distintas, con diferentes no sólo capacidades sino cualidades. La forma en la que cada uno capta los saberes, es algo a tener en cuenta por parte de un maestro. Entonces, la gran pregunta es: ¿Cómo hago para que comprenda? 

Para el que aspire a ser un verdadero maestro el mayor desafío será el conocimiento del alumno. Se tendrá que interesar genuinamente por él o ella, empatizar, ponerse en su lugar, y por sobre todo, tenerle muchísima paciencia; ser creativo a la hora de intentar enseñar, probar distintos métodos a prueba y error basándose siempre en la observación objetiva (no emocional o impulsiva) del alumno o discípulo. Y esto, se logra únicamente cuando el maestro se mantiene en una auto-observación constante, en una meditación profunda, de sus emociones y pensamientos PROPIOS. 

¿Cuántas historias antiguas hay, acaso, sobre la relación maestro-discípulo? y esto, es porque la TRANSMISIÓN ha sido un curioso desafío desde siempre. Lleno de emociones que van desde el enojo y la frustración en ambos (discípulo-maestro), hasta la más grande camaradería, complicidad y respeto. Y una vez trascendido todos los obstáculos hacia el conocimiento, el amor más profundo que se pudiera llegar a alcanzar reposa en el corazón de los dos como si el recorrido hacia el aprendizaje hubiera sido una aventura salvaje de la que se ha salido vivo y es merecedora de una celebración! 




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